RETORNOS DEL AMOR EN UNA NOCHE DE VERANO
A tientas el amor, a ciegas en lo oscuro tal vez entre las ramas, madura, alguna estrella, vuelvo a sentirlo, vuelvo, mojado de la escarcha caliente de la noche, contra el hoyo de mentas tronchadas y tomillos.
Es él, único, sólo, lo mismo que mi mano la piel desparramada de mi cuerpo, la sombra de mi recién salido corazón, los umbrosos centros más subterráneos de mi ser lo querían.
Vuelve único, vuelve como forma tocada nada más, como llena palpitación tendida cubierta de cabellos, como sangre enredada en mi sangre, un latido dentro de otro latido solamente.
Más las palabras, ¿dónde? Las palabras no llegan. No tuvieron espacio en aquel agostado nocturno, no tuvieron ese mínimo aire que media entre dos bocas antes de reducirse a un clavel silencioso.
Pero un aroma oculto se desliza , resbala, me quema un desvelado olor a oscura orilla. Alguien está prendiendo por la yerba un murmullo. Es que siempre en la noche del amor pasa un río.
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