lunes, mayo 24, 2010

Fes II

"Pero todo fue en vano. El Príncipe, emocionado por las palabras de su padre, a que a duras penas había reconocido, no tardaría mucho en morir entre sus brazos, confortado por el obispo, sin que el doctor De la Parra pudiera hacer nada para salvarlo. Además de ellos, estaban presentes su esposa Margarita, los médicos de turno, algunos criados y miembros del séquito, como el maestro Pedro Mártir de Anglería, que lamentó mucho su pérdida, y el propio Rojas. Éste, conmovido, comenzó a recitar para sí mismo unas coplas de su admirado Jorge Manrique, como si de una oración se tratara:

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando…"

(Luis García Jambrina, El manuscrito de piedra)

No hay comentarios: