
venimos, venimos.
Yo tenía una granja en África, al pie de las colinas de Ngong. El ecuador atravesaba aquellas tierras altas a un centellar de millas al norte, y la granja se asentaba a una altura de seis mil pies. Durante el día te sentías a una gran altitud, cerca del sol, las primeras horas de la mañana y las tardes eran límpidas y sosegadas, y las noches frías.
(Karen Dinesen, Lejos de África)
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